El factor seguridad – orden

El manejo del miedo es un arma poderosa. Esta campaña presidencial ha evidenciado que la aplicación de la matriz orden-seguridad sobre un escenario de incertidumbre es rentable, y puede definir quien llegará a La Moneda en 2022.

El protagonismo de la seguridad en estas elecciones no es artificial. Hoy nos matamos más que antes, la violencia con que actúa el crimen crece y hay más armas. Han aumentado la desigualdad y la privatización de la seguridad pública. Instituciones como las policías, el Ministerio Público, el sistema de justicia y el Gobierno, pierden legitimidad y credibilidad. Con justa razón, las personas demandan seguridad ahora. Caldo de cultivo para el populismo de mano dura.

La derecha tiene experiencia y sabe usar esta matriz. Por décadas ha abusado de la seguridad y la promesa de orden como eje. Electoralmente, el incumplimiento de estas promesas ha resultado ser irrelevante. El mismo Sebastián Piñera prometió el fin de la fiesta a los delincuentes y terminó fracasando. Desde el «cosismo» efectista de Lavín, los proyectos de mano dura y la militarización hasta aberraciones como Aula Segura, ejemplos sobran. Hoy continúan prometiendo lo que saben que no funciona, como más cárceles, aumento de penas e incluso secuestrar a quienes ellos consideran una amenaza. Diversos estudios muestran como los atributos de seguridad ciudadana, mano dura y enfrentar al narco se asocian fuertemente con las candidaturas de derecha, particularmente la de José A. Kast.

No es casualidad. La amplia izquierda por décadas ha tratado la seguridad como un fierro caliente, delegando esta función a las policías para luego asombrarse porque se mandaban solas. Atrapados entre el academicismo explicativo y el «buenismo negacionista», ha sido incapaz de elaborar propuestas electoralmente atractivas y aplicables en la práctica, transformando esta incapacidad en complicidad del populismo de mano dura. Es efectivo que se ha sido ambiguo en condenar la violencia, particularmente post 18/O, pero eso no puede llevar a la trampa de la autoflagelación culposa solo para que la derecha y su élite aplaudan un rato. La ciudadanía se muestra incrédula cuando la izquierda habla de seguridad.

Derrotar a la derecha y la lógica populista pasará en gran parte por la capacidad de abordar la seguridad de forma creíble en segunda vuelta. La ciudadanía requiere respuestas y está dispuesta a renovar confianzas. Quien sepa conectar con el miedo para entregar certezas, ya sea para trabajarlo como un yugo sobre la ciudadanía, como lo hace la derecha, o en acciones concretas y responsables que garanticen paz, logrará la confianza del electorado. Después viene lo más complejo: gobernar rompiendo con el modelo efectista y reformar el sistema de seguridad para proteger efectivamente a las personas. Pero primero hay que ganar elecciones.”La amplia izquierda por décadas ha tratado la seguridad como un fierro caliente”.


Autor: Eduardo Vergara B. Director ejecutivo Fundación Chile 21

Contenido publicado en La Segunda

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